jueves, 16 de junio de 2016

LOS ROBOTS EN LA LITERATURA



En primer lugar deberiamos responder a la pregunta:
¿Qué es un robot?

La palabra robot, proviene del checo “robota” que significa servidumbre o esclavitud. Así, robot podría traducirse como “esclavo.”

La R.A.E lo define como:   “Máquina o ingenio electrónico programable, capaz de manipular objetos y realizar operaciones antes reservadas solo a las personas.”

Sin embargo, la definición es bastante ambigua. Según esa definición, uno de esos brazos mecánicos que podemos encontrar en una cadena de montaje, podría denominarse robot.

Pero lo primero que nos viene a la cabeza a los amantes de la literatura de ciencia ficción al leer o escuchar la palabra robot, es algo muy distinto. Algo que podríamos definir como:
“Ingenio mecánico y/o electrónico que imita la apariencia, las habilidades y, en ocasiones, los sentimientos humanos.”

Es decir, un ser artificial que imita a los humanos.

Ya en la antigüedad, mucho antes de la idea moderna del robot, la humanidad jugó con la idea de la creación de vida artificial. Veamos algunos ejemplos:

En La Iliada de Homero, podemos leer:

    "Marchaban ayudando al soberano (Hefestos dios griego) unas sirvientas de oro, semejantes a vivientes doncellas. En sus mientes hay juicio, voz y capacidad de movimiento, y hay habilidades que conocen gracias a los inmortales dioses".

    ¿Alguien no se ha imaginado a esas sirvientas como versiones femeninas de C3PO?


En el mito de Pigmalión, vemos como la diosa Afrodita da vida a una estatua de la que se ha enamorado el escultor.
Ovidio, nos lo relata en su obra Las metamorfosis.

“Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del Sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercionó de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.”


El Gólem es, en el folclore medieval y la mitología judía, un ser animado fabricado a partir de materia inanimada (normalmente barro, arcilla o un material similar). Normalmente es un coloso de piedra. En hebreo moderno, el nombre proviene de la palabra "guélem" (גלם,gélem), 'materia'; por otra parte, en dicho idioma, la expresión "jómer guélem" (חומר גלםḥomer gélem) a su vez significa 'materia prima'.
La palabra gólem se da en la Biblia (Salmos 139:16) y en la literatura talmúdica para referirse a una sustancia embrionaria o incompleta. Como motivo, la figura del golem forma parte del imaginario hebraico del centro europeo y pertenece por consiguiente al arte asquenazí.

El relato folclórico más famoso relativo al golem involucra al ilustre Rabbi Judah Loew, conocido como el Maharal de Praga, un conocido rabino del siglo XVI. Se le atribuye haber creado al golem para defender el gueto de Praga de ataques antisemitas, así como para atender también el mantenimiento de la Sinagoga Vieja-Nueva (Altneuschul).


También el conocidísimo Pinocho, la célebre marioneta de madera que adquirió vida gracias a la magia, podría considerarse como un precursor de los robots.


¿Y que decir de Frankenstein, de Mary Shelley? También aquí podemos observar la creación de un ser artificial.

"Una desapacible noche de noviembre contemplé el final de mis esfuerzos. Con una ansiedad rayana en la agonía, coloqué a mi alrededor los instrumentos que me iban a permitir infundir un hálito de vida a la cosa inerte que yacía a mis pies. Era ya la una de la madrugada; la lluvia golpeaba las ventanas sombríamente, y la vela casi se había consumido, cuando, a la mortecina luz de la llama, vi cómo la criatura abría sus ojos amarillentos y apagados. Respiró profundamente y un movimiento compulsivo sacudió su cuerpo."



Pero donde podemos ver por vez primera el término robot, es en R.U.R. , del checo Karel Čapek. Una obra teatral de 1921 que trata sobre una empresa que construye humanos artificiales orgánicos con el fin de aligerar la carga de trabajo del resto de personas. 
Resulta muy interesante hacer notar la premisa principal que permite a Capek justificar sus robots orgánicos. Según Rossum (el genio creador de los robots):
"La Naturaleza no ha encontrado más que una forma de organizar la materia viva. Hay, sin embargo, otro método más simple, más flexible y más rápido en el que la Naturaleza aún no ha pensado."


Ninguno de los anteriores puede calificarse como robot, tal y como entendemos ese término, pero no puede dudarse de que son dignos predecesores.



Tal vez el primer ser artificial de la literatura que podríamos clasificar como robot sea:


La falsa Maria de Metrópolis.

 Creada para engañar a los trabajadores del subsuelo e impedir que se rebelaran contra 
la élite dirigente.
La imagen de ella que nos ofreció Fritz Lang en la versión cinematográfica de la obra de Thea von Herbou se ha convertido en un icono de la   Sci-fi.




También podemos destacar a:

R. Daneel Olivaw


Daneel Olivaw es un robot de ficción creado por Isaac Asimov. Aparece en las series de Robots y Fundación. De forma destacada se puede encontrar en Las bóvedas de aceroEl sol desnudoLos robots del amanecerRobots e ImperioPreludio a la FundaciónHacia la Fundación y Fundación y Tierra. También aparece en todos los libros de la Segunda Trilogía de la Fundación, tales como "El temor de la Fundación" de Gregory Benford, "Fundación y caos" de Greg Bear, y "El triunfo de la Fundación" de David Brin. Daneel es un personaje muy significativo dentro del universo de la Fundación, pues es el personaje unificador de todos los ciclos de la Saga, influyendo sobre el destino de la humanidad en un espacio de tiempo de unos 20.000 años.


Andrew Martin


Protagonista deEl hombre bicentenario”, un relato de la serie de los robots de Isaac Asimov. Ganó los premios Nébula y Hugo al mejor relato de 1976 y 1977 respectivamente.
Posteriormente se hizo una remake del cuento, una ampliación en forma de novela titulada The Positronic Man, de Isaac Asimov y Robert Silverberg.

Origen del relato:

En 1976, con motivo de la celebración del segundo centenario de la independencia de Estados Unidos, se encargó a varios autores que escribieran algún relato corto con el tema The Bicentennial Man, el cual podía desarrollarse libremente. Ocurre que en inglés esta expresión puede interpretarse como «el hombre del bicentenario» (la vida de la gente en Estados Unidos doscientos años después de la Declaración de Independencia) o como «el hombre bicentenario» (un hombre que llega a vivir doscientos años). Jugando con esta ambigüedad, Asimov, que fue uno de los autores que recibió dicho encargo, renunció a hacer un ensayo sociológico y, argumentando que «un hombre no podría vivir tanto tiempo», escribió un relato corto acerca de un robot que poco a poco va asimilando el mundo de los humanos hasta desear ser reconocido como uno de ellos, lo cual lo lleva a luchar por obtener su humanidad de manera legítima.



Los Nexus-6 de¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? 

En el año 1968 fue cuando Philip K. Dick  publica con gran éxito esta narración, llevada al cine por Ridley Scott bajo el título Blade Runner, donde un mercenario es el encargado de acabar con todos los androides rebeldes, a los que los humanos llaman despectivamente “andrillos”, de una ciudad.


«Este ensayo terminará, la representación también, los cantantes morirán y finalmente la última partitura de la música será destruida de un modo u otro, el nombre de Mozart se desvanecerá y el polvo habrá vencido, si no es en este planeta en otro cualquiera. Sólo podemos escapar por un rato. Y los andrillos pueden escapar de mí, y sobrevivir un rato más. Pero los alcanzaré o lo hará otro cazador de recompensas. En cierto modo -observó-, yo soy parte del proceso de destrucción entrópica. La Rossen Association crea y yo destruyo. O al menos, eso debe parecerles a los androides».


No obstante, esa será una misión muy difícil pues los nuevos androides están tan bien realizados que parecen humanos y es difícil conseguir identificarlos.



Marvin, el androide paranoide.


Uno de los personajes de Guía del autoestopista galáctico.

Douglas Adams nos presenta a uno de sus personajes más complejos, singulares y cómicos que hay: un robot melancólico y miserable que menosprecia y critica su existencia. Marvin, el robot más inteligente de toda la galaxia, suelta sarcasmos crueles sobre las formas de vida, hace comentarios deprimentes y se podría decir que existe para quejarse de su vida. Sin duda alguna, es uno de los personajes más característicos del libro.

Yo no pedí que me hicieran: nunca me lo consultaron, ni consideraron mis sentimientos al respecto. No creo que siquiera se les ocurriera que yo podría tener sentimientos.
Después de que me hicieron, me quedé en una habitación oscura durante seis meses ... y yo, con este terrible dolor en todos los diodos de mi lado izquierdo.

Pedí socorro en mi soledad, ¿pero llegó alguien?
¡Demonios! Mi único y primer amigo de verdad era una rata pequeña. Un día se metió en una cavidad en mi tobillo derecho y murió. Tengo la horrible sensación de que sigue ahí... 


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Existe el temor de que algún día, los robots puedan competir o desplazar a los humanos. En previsión de eso, Isaac Asimov creó la “Tres leyes de la robótica”, que han servido de inspiración a muchos autores para sus relatos de robots.

Estas son las leyes de la robótica de Asimov.


      1- Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción,                 permitir que un ser humano sufra daño.

    2- Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.
    3- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.


Posteriormente, creó la llamada “Ley Zero” para complementar a las tres primeras y evitar los conflictos que podían crear en los cerebros de los robots la extricta aplicación de las tres primeras.


Ley Zero: Un robot no hará daño a la Humanidad o, por inacción, permitir que la Humanidad sufra daño.


Así, las tres primeras quedaban supeditadas a esta y debían ser reformuladas en consecuencia.

1- Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño, excepto cuando se entre en conflicto con la ley zero.
Y asi con las otras.


Es decir, que un robot podría dañar o matar a un ser humano, o a varios, si ello fuese beneficioso para el conjunto de la humanidad.


Entender y aplicar estas leyes requeriría verdadera inteligencia y consciencia del medio circundante, así como de sí mismo, por parte del robot, algo que a pesar de los grandes avances tecnológicos de la era moderna no se ha alcanzado.

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Con el paso de los años, los robots en la literatura se han comportado de diversas formas.Unos han destruido a la humanidad, otros la han ayudado. Algunos han adquirido sentimientos humanos, otros los han rechazado por considerarlos una debilidad...


Pero pocos de ellos (los arriba mencionados y alguno más que no recuerdo en este momento), han alcanzado la fama, al contrario de lo que sucede con sus hermanos cinematográficos.
A ellos, a los robots famosos del cine y la tv dedicaré mi próximo artículo.

¡Hasta entonces!































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