Conocí
a Martín Garrido a mediados de los 90, cuando, por razones de
trabajo, me mudé a Vilarosa, un pequeño pueblo de la provincia de
Tarragona. Vilarosa es un pueblecito de casas antiguas, en el que aún
no se ha levantado ningún edificio de apartamentos moderno y
conserva, a día de hoy, el mismo aspecto que hace quinientos años.